En la actualidad, las adicciones en general y las tecnoadicciones en particular se han desarrollado en forma exponencial. Los nuevos paradigmas socioculturales, la tendencia a la hiperconectividad tecnológica y la propensión a las relaciones virtuales, sumado a ciertas vulnerabilidades individuales generan un campo fértil para el desarrollo de esta problemática.
Generalmente, se acepta como concepto fundamental para definir a una adicción, cuando se sostiene un determinado comportamiento que está generando dificultades en la vida afectiva, social y laboral del sujeto. No se lo puede evitar. Excede su voluntad.
Esto tiene un correlato neurobiológico. Cuando se llega a este grado de dependencia con una sustancia o un objeto tecnológico es porque en el cerebro se producen cambios en determinados circuitos neuronales que, generalmente, están gobernados por un neurotransmisor que se denomina dopamina. Cuando esos circuitos se activan por algún estimulo, se genera una conducta que se denomina compulsiva. Neurobiológicamente cuando hablamos de adicción entendemos que hay compulsión.
A estos estados de compulsión y dependencia se va llegando por la exposición sostenida a lo largo del tiempo en forma constante o intermitente, en personalidades que presentan cierta predisposición a desarrollar esta problemática. Estas pueden ser aquellas que son inmaduras emocionalmente, con dificultad a poder postergar. La adolescencia es una edad con alta vulnerabilidad para desarrollar una adicción.
El centro de recompensa del cerebro esta fisiológicamente constituido para autorregular el placer (comer, el sexo, reunión social, etc). Cuando este centro se sobreestimula se va derivando en lo compulsivo.También es importante destacar lo que va pasando en la vida afectiva del sujeto con dependencia. Todo lo gratificante y placentero se va relacionando con el objeto adictivo, en detrimento de lo más genuino y esencial de sí mismo. Esto va generando distintas afecciones (comorbilidades) en su vida emocional, dado que va a ir priorizando la búsqueda del placer inmmediato, artificial y efímero (esto se traduce en impulsividad, irritabilidad, intolerancia, ansiedad, angustia, depresión, etc.) por sobre el bienestar más armonioso y consistente que produce la construcción del propio camino.
Vivimos en un mundo contemporáneo que está marcado por la imnediatez, el éxito rápido, en el que casi no hay espacio para metabolizar lo que no se puede. Se ofrece un modelo de hombre exitoso, superactivo que puede con casi todas las dificultades. Tiene mucho desprestigio, la postergación, la pérdida, lo que no se puede, que son cuestiones inherentes a lo humano.
Este modelo sociocultural propuesto en el mundo actual nos genera a los individuos que componemos esta sociedad una exigencia muy intensa. A la vez que se ofrecen de manera masiva los «paliativos» para anestesiarse. Si a esto le sumamos las vulnerabilidades individuales emocionales y biológicas vamos entendiendo porqué las adicciones se van transformando en la epidemia de la época.
Fuente: www.lanacion.com.ar