Obesidad
La obesidad es una enfermedad crónica en la cual existe un exceso de grasa en el organismo de la persona. Se evidencia porque el Índice de Masa Corporal (IMC) en un adulto es mayor a 30. El IMC se obtiene a partir de la estatura y el peso de un individuo. Sin embargo, debido a que el IMC no distingue entre el tejido adiposo y el tejido magro, otra forma de evidenciar si una persona es obesa, aunque más complicada, es mediante el porcentaje de su grasa corporal (hombre con más del 25% de grasa corporal, mujer con más de 30%).
Esta enfermedad es producto de un consumo de calorías superior al necesitado por el organismo y está determinado por diversos factores:
Genéticos: Según estudios realizados la información genética influye en un 33% al peso de una persona. En el caso de tener padres obesos, el riesgo de tener obesidad es 10 veces mayor a lo normal (aquí es importante aclarar que se debe no sólo a la genética sino también a los hábitos alimentarios que les inculcan).
Socioeconómicos: La obesidad es doblemente más frecuente entre las personas de nivel socioeconómico bajo que entre las de nivel más alto. Esto probablemente se debe a las menores tasas de educación y a la disponibilidad de alimentos más baratos (comida rápida) que son perjudiciales a la salud.
Psicológicos: son trastornos emocionales provocados por los prejuicios y la discriminación contra las personas obesas. Actualmente, la cultura occidental posee como prototipo de belleza a las personas delgadas. Esto afecta mayormente a las mujeres. La imagen negativa del cuerpo, entre otros trastornos emocionales, que se ve una persona provoca inseguridad.
Estilo de vida: El incremento de vida sedentaria es una de las razones principales para el incremento de la obesidad en los últimos tiempos. Las personas que no realizan actividad física precisan menos calorías; pero esto no quiere decir que coman menos que una persona normal.
Las consecuencias de la obesidad sobre la salud son resultado de un incremento de la masa grasa, como artrosis o apnea del sueño, o un incremento en el número de células grasas como diabetes, cáncer y enfermedades cardiovasculares. Asimismo, la mortalidad incrementa en la obesidad.
Para tratar la obesidad, la reducción de peso es uno de los objetivos, pero no es el primer paso a seguir. Es fundamental primero trabajar en aquellos factores psicológicos asociados a la enfermedad, como ansiedad, inseguridad, y creencias erróneas acerca del peso y la comida. En Fundación Manantiales, nos encargamos de que los pacientes aprendan a aceptarse a ellos mismos y a sus cuerpos. Tratar primero el síntoma sería contraproducente ya que una dieta brusca funcionaría sólo a corto plazo y sería imposible mantener un peso equilibrado para no volver a aumentarlo.
El objetivo del tratamiento no es estético, sino que se basa en mejorar la calidad de vida, y en consecuencia, disminuir los riesgos de enfermedades cardiovasculares y otras mencionadas anteriormente. El paciente debe aprender nuevos hábitos de alimentación que reemplacen los viejos vicios y se acompaña de un aumento de actividad física. Lo importante es tener en cuenta que la obesidad no se trata mediante cirugías, medicamentos o dietas imposibles, sino que es necesario un cambio en los hábitos alimenticios mediante una dieta equilibrada.