El trastorno antisocial y el trastorno evitativo son las principales enfermedades mentales que padecen las personas adictas al alcohol, las drogas o a ciertos fármacos.
Dentro de los más masivos también se encuentran el trastorno dependiente y el de límite. Justamente en este último grupo la búsqueda de sensaciones, la inestabilidad emocional y la impulsividad favorecerían relaciones interpersonales impulsivas y a su vez, facilitarían el abuso de sustancias.
En este sentido, algunos estudios plantean la pregunta de si la interacción entre ambos factores se produciría en varias direcciones. Es decir, si un consumo mantenido de estimulantes del sistema nervioso central favorecería la aparición de una tendencia a la impulsividad, y podría producir alteraciones en los mecanismos de regulación emocional relacionados con los trastornos de personalidad, o si por el contrario la presencia de una constelación de dimensiones desadaptativas de personalidad podría llevar a la búsqueda de un consumo de ciertas drogas o sustancias que se convirtiera en compulsiva, despertando una enfermedad adictiva.
Como conclusión, con base en la experiencia clínica en el entorno específico de ingreso de personas con adicción y patología dual, tres de cada cuatro pacientes que realizan el tratamiento presentan rasgos de personalidad disfuncional y al menos uno de esos casos cumpliría con el diagnóstico de padecer un trastorno de personalidad.
La recomendación de los expertos es que el tratamiento de la adicción se lleve a cabo conjuntamente con el tratamiento del trastorno de personalidad.