La adicción al consumo es una compulsión tan nociva como cualquier otra, es más común en mujeres y jóvenes.
La adicción a las compras se refiere al deseo compulsivo de comprar cosas, aunque éstas no sean una necesidad. Al igual que la adicción al trabajo, ésta es relativamente nueva y es generada en la sociedad de consumo en la que vivimos actualmente.
También se la llama la enfermedad invisible porque puede pasar inadvertida como un simple capricho o frivolidad, mientras que por el contrario, el comprador compulsivo se encuentra bajo una depresión profunda. Esta enfermedad se da mayormente entre mujeres y jóvenes.
Los adictos consideran el consumo como una forma de hallar la felicidad, pero al comprar empiezan los sentimientos de culpa por el gasto indebido. En el caso de no poder ir nuevamente de compras para calmar la ansiedad, caen en la depresión, generando un círculo vicioso.
La compra compulsiva es una necesidad incontrolada que si no es satisfecha genera irritabilidad a la persona. El placer de comprar se transforma en una adicción cuando se compran cosas presuntamente necesarias, y al darse cuenta que no lo son, igualmente se quieren más. El adicto compra productos a los que probablemente nunca dé uso, y que en muchos casos oculta de sus familiares generando situaciones de engaños y deudas.
Las causas que generan la adicción a las compras pueden ser:
Ø Insatisfacción personal. Ø Sensación de aburrimiento o depresión. Ø Vulnerabilidad hacia la publicidad consumista. Ø Impulsividad, ansiedad. Ø Bajo autoestima, desconfianza, inseguridad.
Según el Licenciado Pablo Rossi, director de la Fundación Manantiales, la compulsión a la compra esconde además de lo económico un sustrato psicológico. Algunas personas sienten un vacío interior que les produce angustia y ansiedad, e intentan taparlo haciendo compras. «El relato de ellos es haberse sentido mejor después de comprar, aunque también se genera culpa y se produce como un círculo vicioso», dice el especialista.
El gasto desmedido genera una adicción tan grave como cualquier otra y se basa en la imposibilidad de distinguir entre un hábito común y un comportamiento descontrolado. El consumo en si mismo no es malo, pero cuando se pasa el límite de no saber qué es lo necesario y qué no, se transforma en una compulsión.
Aunque no es una enfermedad exclusiva de las mujeres, son más los casos en que ellas no pueden parar de gastar. En general se da en una clase social con alto poder adquisitivo, aunque según dice Rossi, hay casos de gente de menores recursos que compra en los locales que venden con precios de oferta.
Para hacer frente a este trastorno, Rossi recomendó que, además de la concurrencia a grupos de autoayuda, se realice una psicoterapia que busque resolver el problema de fondo, es decir, llenar el vacío con acciones productivas o, en el mejor de los casos, que ese hueco interior desaparezca.
En Fundación Manantiales para el tratamiento de esta adicción se utilizan terapias cognitivo- conductuales, terapias individuales, grupales, familiares y/o de pareja. Es fundamental para comenzar el tratamiento que el paciente entienda que padece una adicción ya que la motivación del mismo influye en el desarrollo del tratamiento. El objetivo es encontrar los motivos que lo llevan a consumir impulsivamente y orientarlo hacia una nueva conducta.