El confinamiento puede provocar que los adolescentes más vulnerables desarrollen algún tipo de adicción.
Las circunstancias de aislamiento social provocadas por el Covid-19 dificulta el abuso de sustancia ilegales e incluso legales, debido al control familiar. Lo que no impide la facilidad para conectarse a plataformas online a cualquier hora del día, que puede agravar los problemas de adicción comportamental en la población adolescente.
Los adolescentes, sobre todo si presentan vulnerabilidad previa, son más susceptibles a desarrollar un trastorno adictivo, dado que su cerebro es inmaduro y tiene menor capacidad de control impulsivo. La mayoría de casos de patología dual comienza en la adolescencia y sus consecuencias más graves se producen, en ocasiones, años después, ya de adultos.
El confinamiento en los hogares puede provocar la iniciación de nuevos jugadores a través de plataformas digitales, al mismo tiempo que potencia las recaídas en aquellas personas que se encuentran en tratamiento por trastorno al juego. En situaciones de este tipo, los adolescentes no vulnerables podrían aumentar su exposición sin que ello produzca una auténtica conducta adictiva.
En este caso, hay que tener en cuenta que el juego en sí mismo es una actividad lúdica normal de los seres humanos, que solamente pasa a considerarse conducta adictiva cuando impacta de forma negativa en las relaciones familiares, afectivas y académicas, al tiempo que tiene una repercusión conductual.
En gran parte, los casos de adicción al juego se presentan asociados, además, con otros trastornos mentales, como ser el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), el trastorno obsesivo compulsivo (TOC), la fobia social, el trastorno de personalidad límite, la psicosis, adicciones a tabaco, cocaína etc., y otros problemas mentales.
Se trataría de personas que sufren patología dual, es decir, que tienen una adicción y otro trastorno mental provocados por factores individuales, genéticos, neurobiológicos, rasgos de personalidad y medioambientales que les hacen vulnerables a desarrollar una conducta adictiva.
En estas personas vulnerables, los factores sociales o situaciones como la generada por la actual pandemia posibilitan el contacto con conductas potencialmente adictivas, no sólo de juegos de azar, sino también otros como videojuegos, abuso de redes sociales, trastornos de alimentación o uso de sustancias como alcohol.
Por ello, es necesario focalizarnos en la prevención y atención de posibles conductas adictivas -especialmente entre adolescentes-, sobre todo si tienen vulnerabilidad previa, como tener entre sus familiares cercanos trastornos mentales, que los expongan al riesgo de una adicción. En los casos de familias con un perfil normativo y estructurado, se destaca también la importancia del control parental o la comunicación familiar, donde se fomente un entorno familiar y social adecuado que pueda ayudar o mitigar esta serie de trastornos.