Gran parte de la población femenina afectada por un trastorno depresivo y con adicción al alcohol ha visto empeorar su estado durante el confinamiento.
La coexistencia de un trastorno adictivo y otro trastorno mental se denomina patología dual, cuya condición clínica más común es la depresión dual -coexistencia de depresión y trastorno adictivo-.
La depresión es un trastorno de la regulación emocional en el cerebro. El cerebro es diferente en hombres y mujeres por razones evolutivas. Este dimorfismo cerebral hace que la depresión afecte más a mujeres que a hombres.
El alcohol es una sustancia que impacta sobre el sistema opioide endógeno, entre otros, generando un alivio del dolor emocional que conduce a su consumo compulsivo. A esta explicación biológica se añaden los factores sociales y culturales que penalizan más a una mujer que bebe alcohol, que a un hombre en las mismas condiciones. El confinamiento pudo haber agravado esta sintomatología en mujeres sin apoyo psicosocial y también creado conflictos en tantas otras al verse fiscalizadas por las familias en sus consumos.
El 40% de las personas con depresión presenta un uso problemático del alcohol, lo que empeora la sintomatología y el pronóstico de la enfermedad, y hace más compleja la recuperación.
La mayoría de los pacientes con enfermedad mental grave suele ocultar el hecho de sufrir un uso problemático de sustancias, lo que dificulta el correcto abordaje de la patología dual.
Los síntomas cognitivos de la depresión tienen efectos negativos sobre el paciente, de ahí que afecten a su funcionamiento y productividad. Las personas que los sufren presentan dificultades de atención, concentración y memoria, además tienen problemas a la hora de planificar y tomar decisiones. Todo ello comporta un elevado impacto en el ámbito laboral, familiar y social.
Las personas que sufren patología dual son más vulnerables a los efectos estresantes de la pandemia. En ese sentido, las sustancias psicoactivas pueden influir de forma negativa tanto por un consumo excesivo como por su falta de disponibilidad, ambas situaciones posibles como consecuencia del confinamiento, dando lugar a un empeoramiento de trastornos psicopatológicos como la depresión, ansiedad, psicosis, impulsividad, entre otros.