Una serie de estudios realizados sobre la que en su momento fue considerada como «la droga de los pobres», revelan que los adictos al residuo de la cocaína que tienen un buen poder adquisitivo pueden llegar a gastar hasta 2.500 pesos para conseguir 100 dosis diarias.
En la actualidad, en zonas humildes una dosis cuesta alrededor de cinco pesos, pero entre los clientes con mayores recursos alcanza hasta los 25 pesos. Los especialistas sostienen que un drogodependiente, en su mayor nivel de intoxicación, puede necesitar de hasta unas 100 dosis por día. Algo por lo cual se requiere una “inversión” de entre 500 pesos al precio más bajo ó $2.500 cuando se trata del mayor valor de mercado.
En este sentido el experto Eduardo Lavorato, asesor de la asociación Madres contra el Paco, asegura que “el paco dejó de ser la droga de los pobres, y pasó a ser una sustancia consumida en todos lados, sin distinción de clase social”.
Lavorato agregó que “si bien los datos estadísticos sostienen que el consumo de paco se encuentra estabilizado, la droga sigue causando estragos en poblaciones vulnerables, y en algunos barrios puntuales el 50% de los jóvenes consume la sustancia. Esto marca que tenemos mucho trabajo por hacer, con mayores recursos y un plan específico para sacar a los chicos de ese esquema de autodestrucción y abandono”.
El paco y su rutilante aparición en el mercado del narcotráfico se produjo en 2001, a partir de la crisis económica y social, y tuvo un crecimiento alarmante en cantidad de consumidores hasta 2007. Aunque a partir de allí las encuestas revelan que se viene estabilizando el consumo, y que incluso existe una tendencia a la baja según explica Diario Popular.
“El problema continúa porque sigue siendo un gran negocio para los mercaderes de la muerte, que lucran con el paco. Un consumidor puede saltar de una droga a otra, mechando, pero cuando llega al paco se queda ahí por su alto grado de adicción. Tenemos casos de gente que necesitó consumir 200 dosis por día”, concluyó Lavorato.