La llegada del calor trae aparejado un clima más distendido donde las reuniones, las fiestas y los agasajos están a la orden del día. Las agendas de la mayoría de las personas se encuentran plagadas de eventos, cocteles y despedidas de año donde el alcohol, la noche y el disfrute se convierten en protagonistas. Fin de año se ha transformado, desde hace un tiempo, en el trampolín hacia una vida más ligada a los excesos y el descontrol. Las vacaciones, la playa, el despoje de responsabilidades, aunque sea por unos días, llevan a varias personas a convertir al verano en una bisagra en su vida, un antes y un después donde hay varios factores que comienzan a tener fuerza. En promedio el consumo de alcohol aumenta casi un 400% en verano con respecto al consumo en invierno. La bebida de mayor preferencia es la cerveza, del total de bebida ingerida, el 75.5% corresponde al consumo de cerveza, el 18% a la bebida blanca y el 6.5% al vino. Las drogas, el alcohol y las mezclas de ambos se convierten en elementos seductores para aquellas personas, jóvenes y no tan jóvenes que están pasando por un momento de relax durante sus vacaciones. El consumo de cocaína, marihuana y distintas bebidas alcohólicas se incorporan en la rutina de un momento para el otro cada vez con más frecuencia. No son frases elaboradas al azar sino que son el resultado de estudios que demuestran que año a año el verano se convierte en la fecha elegida para empezar a consumir. ¿Cuál es la cifra? El 48% de las personas, tienen como fecha de inicio de consumo esta estación, donde los peligros y excesos están servidos en bandeja y las tentaciones hacen de las suyas para que, finalmente, se decidan a probar todo tipo de drogas, bebidas alcohólicas y porqué no la mezcla de ambas. La primavera, con un 31%, es la estación que le sigue en relación a la cantidad de gente que comienza a consumir. Fecha también ligada con el libre albedrío y la diversión. La adicción tiene distintas etapas y cada persona comienza a consumir bajo diversas circunstancias y por distintos motivos. Es cierto que los adolescentes tienen rasgos o factores que los unifican y que actúan como situaciones “tentadoras” para probar por primera vez las drogas o el alcohol. Los motivos por los cuales una persona empieza a consumir son diversos, entre ellos está la curiosidad, la búsqueda de nuevas experiencias o la necesidad de pertenecer a un grupo. Sin embargo para que el consumo continué deben influir otros agentes además de la curiosidad, existen tres factores a tener en cuenta: familiares, individuales y sociales. El primero es de suma importancia, todo adicto es el portavoz de un conflicto familiar, cuando el grupo familiar es poco continente, violento, disgregado, sin roles claros, sin límites, padres con pocas expectativas respecto de sus hijos, es más probable que el hijo sea adicto. Las características individuales de las personas con adicción son baja autoestima, sistema de valores poco definidos, rehúyen a lo que les provoca frustración. El individuo es reflejo de una sociedad, ellos se caracterizan por ser hipersensibles a lo que sucede. El sentido de pertenencia a un grupo, la rebeldía, la inmadurez para determinar situaciones peligrosas, no fallar al círculo íntimo o comenzar a fumar o tomar para ingresar a un determinado sector, son otros de los motivos que pesan con fuerza en los jóvenes. Desde un plano psicológico, las personas consultadas por Fundación Manantiales refieren haber sentido antes del uso de drogas, sentimientos de vergüenza respecto de su familia: 78.9 % y de si mismo: 29.1%, por la situación económica de su familia: 60.2%, por defectos físicos: 14.7%. También hacen mención de sentimientos de inseguridad previos al consumo el 65,7% de ellos y un 86.9% sentimientos de soledad. Las adicciones se basan en tres puntos fundamentales: el deseo, la tolerancia y la dependencia. El deseo estimula al consumo, surge de la sensación de bienestar que produce la droga o de la idea de seguir con ese bienestar con determinados comportamientos, este deseo puede llegar a ser incontrolable. Todas estas situaciones en vacaciones se ven acentuadas por una conjunción de hechos y circunstancias que “aceleran” los tiempos con los que los adolescentes empiezan a consumir. Muchos tienen su primer acercamiento con el alcohol considerado, en varios casos, como el puntapié inicial o la antesala del consumo de marihuana y cocaína. Se puede establecer una división entre los jóvenes que consumen y los que no y acá es donde quizás se vea la brecha más alarmante. Los consumidores son, aproximadamente, el 67 por ciento del total mientras que los que no el 33. El rango de edad más vulnerable para comenzar el consumo de drogas y alcohol ronda entre los 12 y 15 años (40 y 25 por ciento del total) mientras que son los hombres los que se sobreponen frente a las mujeres con más de un 72 %. La costa cuenta con un gran número de chicas y chicas de distintas edades que la eligen como su destino de vacaciones. Las casas que alquilan o la playa se transforman en los sitios elegidos para hacer la previa o “pre” donde la circulación de drogas (marihuana, cocaína, anfetaminas) y alcohol –de distintas clases y graduaciones- es muy grande. La mezcla de todo tipo de sustancias, el consumo desmedido e ilimitado se transforma en la conducta por excelencia de este tipo de “eventos” realizado por los adolescentes. Las cifran reflejan una realidad que está ahí latente a la espera de soluciones. Los jóvenes consumen cada año en mayor cantidad. La adicción empieza en un momento determinado pero terminar con ella no es tan fácil. Quizás cuando se le quiere dar un corte la situación ya es otra. Contaminar tus vacaciones con drogas y alcohol te pueden dejar sin verano.