Una nueva investigación en ratones sugiere que un circuito compartido en el cerebro podría ser una de las razones por las cuales beber en exceso y la “comida basura” con alto contenido de grasa van de la mano.
“La obesidad y el alcoholismo, dos de los trastornos crónicos más comunes en Estados Unidos, pueden estar relacionados con que el consumo excesivo de dietas ricas en grasa y el abuso de alcohol pueden utilizar el mismo circuito cerebral”, explican los investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad del Estado de Pennsylvania. Su hipótesis coincide con investigaciones previas que sugieren que el consumo de alcohol afecta las mismas áreas del cerebro que controlan el comer en exceso.
El equipo de investigación estudió los patrones de alimentación y bebida de tres grupos de ratones machos adultos tempranos. Un grupo tuvo acceso continuo a una dieta alta en grasas y acceso limitado al agua potable mezclada con alcohol (cuatro horas por día, cuatro días a la semana; un segundo grupo siguió una dieta normal para roedores y el mismo acceso limitado a la bebida alcohólica, mientras un tercer grupo tuvo acceso limitado tanto a la dieta alta en grasas (con una dieta normal durante los periodos de no acceso) como a la bebida alcohólica.
El equipo de investigación incrementó gradualmente la proporción de alcohol a agua potable de 10 a 20 por ciento en el transcurso de ocho semanas. A todos los animales también se les ofreció acceso total al agua potable durante todo el ensayo.
El grupo de dieta de atracones mostró un aumento de peso y un ciclo de pérdida de peso asociados con comer en exceso. Esos ratones también bebieron más alcohol que agua durante su período de acceso, mostrando una clara preferencia por el alcohol. Los otros grupos bebieron menos alcohol que el grupo de dieta de atracones.
Aunque no se han estudiado los resultados a largo plazo en seres humanos, los obtenidos por este estudio sugieren que limitar el acceso a alimentos con alto contenido de grasa promueve patrones de alimentación similares a los atracones, que a su vez activan el cerebro para consumir alcohol. “Dada la creciente tasa de consumo excesivo de alcohol y las tasas de obesidad en general, creemos que este nuevo modelo de ratón será de importancia crítica en el futuro cercano”, avanza Caitlin Coker, primera autora del estudio, que ha sido presentado en la reunión anual de la Sociedad Americana de Fisiología (APS), en Orlando (Estados Unidos).