El consumo excesivo de alcohol y el cigarrillo aumentan las posibilidades de sufrir un Accidente Cerebro Vascular (ACV). Así lo advirtió Luciano Sposato, director del Departamento de Neurología de INECO y del Centro de Stroke del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro.Entre los factores de riesgo de un ACV se inscriben la hipertensión arterial, la diabetes, el colesterol, el cigarrillo, el sedentarismo, el estrés, la depresión, el consumo excesivo de alcohol, y la fibrilación auricular, “que es una arritmia cardíaca que produce coágulos en el corazón que viajan por la sangre a través de las arterias y terminan produciendo un infarto cerebral”, indicó Sposato.Para reconocer los síntomas de un ACV, el especialista recomienda memorizar la regla nemotécnica “de las 5 C”. La señal del “cuerpo” se manifiesta al sentir la mitad débil, dormida o paralizada, sobre todo cara, brazos y piernas. La “confusión” para hablar o entender. La “ceguera” se expresa en la visión borrosa o en su pérdida repentina. La de la “caminata” se advierte al no poder avanzar o en la pérdida del equilibrio. Y la de la “cabeza” como el lugar en el que puede registrarse un dolor severo, repentino y persistente.El 25% de los pacientes que sufren un accidente cerebrovascular fallecen en los primeros 30 días, una porción similar sobrevive pero queda con secuelas severas, otro tanto con moderadas y el último cuarto sólo registra secuelas leves o de ningún tipo.Entre las huellas que puede dejar en el cuerpo un ACV se inscriben las motoras (debilidad en los miembros) y los trastornos visuales, del lenguaje o la deglución (problemas para tragar). Pero también se pueden registrar trastornos psiquiátricos o neurológicos, que se evidencian en cambios de personalidad.Sposato identifica tres factores que intervienen para que el paciente vuelva a ser lo más parecido al que era antes del ACV. En primer lugar influye el nivel del daño: cuanto más pequeño es el territorio cerebral afectado hay mayores chances de recuperación. Luego, la detección y atención tempranas. Y por último, la rehabilitación con un equipo multidisciplinario integrado por neurólogos, kinesiólogos, terapistas ocupacionales, neuropsicólogos, psiquiatras y musicoterapeutas.Detectados los factores de riesgo, la clave es trabajar en la prevención. Controlar la presión en forma periódica y tomar la medicación adecuada. Llevar una dieta pobre en sal, rica en potasio, verduras y frutas. Hacer ejercicio aeróbico regular, evitar el estrés, buscar tratamiento si se está deprimido y en el caso de la fibrilación auricular existe la posibilidad de usar drogas antiarrítmicas que evitan la formación de coágulos.Jorge conoce el manual de memoria y lo aplica todos los días. Con el pecho hinchado de orgullo cuenta que no le quedó “ninguna” secuela. “Todo lo que tengo que hacer ahora es prevención, porque me tengo que cuidar”. Y promete: “Una y nunca más. Aunque me vuelvan a poner las piedras, no me voy a tropezar”.
Fuente: Clarín