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Adicciones

Las drogas consumen la vida

Que la droga llegó para quedarse es un hecho. Podrán algunos funcionarios insistir en que “somos país de tránsito”, pero lo cierto es que igualamos en consumo per capita a Estados Unidos y somos el primer consumidor de marihuana y cocaína de América Latina.

Algunos adictos en proceso de recuperación dicen que la vida de muchos jóvenes, por culpa de la droga, termina en la cárcel, el hospital o el cementerio. Y esto no debería suceder así.

En cuanto a lo social, hay muchas cosas fuera de su lugar. Los niños y adolescentes deberían estar en la escuela y jugando en las plazas, no cartoneando o sentados en la esquina sin hacer nada. Algunos hablan de la generación NiNi: ni estudian, ni trabajan. Son cientos de miles, más de 500.000, los adolescentes y jóvenes en esta situación.

Pasan el tiempo en las plazas o las esquinas de nuestros barrios. Para darnos una idea de lo que esto significa podemos comparar esta cifra con la cantidad de población de algunas provincias de nuestro país. Esto implica 5 veces la población de Tierra del Fuego, casi 3 veces la de Santa Cruz, casi duplica la de San Luis, La Rioja y La Pampa; es superior a la población de Formosa y de Chubut.

Imaginemos que de pronto todos los habitantes de las provincias de Catamarca y Santa Cruz simultáneamente se sientan en las esquinas, sin actividad alguna a tomar cerveza y ver pasar la vida que se va.

Esta falta de horizontes claros y previsibles en muchos jóvenes genera sentimientos de angustia e incertidumbre.

Crece el deseo de fuga ante una realidad que se presenta opaca, ambigua y muchas veces también hostil.

En no pocos ámbitos de adolescentes, la aceptación grupal pasa por el consumo de alguna droga o alcohol hasta el descontrol.

La “diversión” del fin de semana está signada por la costumbre de emborracharse y consumir mezclas de bebidas. Los varones, ante el temor de no responder bien sexualmente, consumen viagra —sin ningún tipo de consulta médica— y las chicas, anticonceptivos como si fueran chicles. Con la excusa de “rendir mejor” unos o “cuidarse” otras están poniendo en riesgo su salud reproductiva del futuro. No se les dice de las consecuencias que provoca en su organismo en desarrollo semejante alteración hormonal.

No podemos dejar de mencionar que esta situación es aprovechada por traficantes de la muerte que realizan negociados millonarios mediante organizaciones delictivas. Contratan “mano de obra barata” en los barrios, corrompen fuerzas de seguridad, bancan campañas políticas, controlan territorios… Un negocio fabuloso con la muerte en contra de la vida.

¿Cómo se sale de esta situación? Es complejo y difícil, pero no imposible. La imagen del laberinto es una dramática y excelente manera de graficarlo. Una funcionaria del gobierno de la Provincia de Buenos Aires dijo hace poco: “Nos va a llevar mucho tiempo que los jóvenes recuperen sus ganas de vivir”. Y se trata justamente de tener ganas de vivir. A la vida no le hace falta ninguna sustancia para que sea plena.Fuente: www.diarioelargentino.com.ar

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